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XXIV Festival de Jerez

Unidos por el baile y la música

Unidos por el baile y la música

Unidos por el baile y la música / foto©Miguel Ángel González

La experiencia vital de Shoji Kojima es una vez más el eje fundamental de sus propuestas. Tras ‘Cuatro poetas en guerra’, ‘La Celestina’ y ‘A este chino no le canto’, y Flamenconautas, el bailaor japonés estrenó ayer en el Villamarta, ‘Lorca X Bach’, una reflexión sobre dos de los iconos culturales. Amparado en otros dos iconos, pero del Festival, Francisco López y Javier Latorre, la obra transcurre en torno a las composiciones de Johann Sebastian Bach y las creaciones de Federico García Lorca. Se trata de una sucesión de escenas, sin ningún tipo de historia ni hilo argumental de por medio, que sumergen al espectador en un clima sonoro de enorme calidad, provocado principalmente por el talento del pianista Marco Mezquida, el violonchelo del cubano Martín Meléndez y la guitarra de Juan Gómez ‘Chicuelo’.

En torno a estos tres pilares discurre esta ‘Lorca X Bach’, en el que por encima de todo, y al margen de una escenografía algo repetitiva, existe un excelente trabajo de adaptación, el musical, llevado a cabo por Chicuelo, el literario (encajando en cada cante los versos de Lorca), y coreográfico, gracias a las dotes del maestro Javier Latorre.

El sello del artista valenciano se deja ver a lo largo y ancho del espectáculo, pues no sólo se calza las botas para la ocasión, regalándonos piezas en solitario y junto a Shoji Kojima, sino que ha elaborado un recorrido coreográfico de gran envergadura. Acostumbrado a construir en torno a montajes de este tipo, Latorre sabe mover las piezas de ajedrez con hasta crear un universo propio, ya sea a través del individualismo o de la colectividad.

Pero en este ‘Lorca X Bach’ encontramos también a dos figuras con especial talento, José Maldonado y Karen Lugo. Ambos protagonizan varias escenas, en la que prima un trabajo dancístico elegantísimo y muy original. Lo apreciamos en la caña, que bajo el formato de paso a dos y con el Londro demostrando una vez más su sapiencia cantaora, exhiben frescura y descaro. Karen maneja con desparpajo y electricidad el mantón y la bata de cola, y José, como ha demostrado en Reversible y Bodegón, que le valió el pasado año el PremioRevelación, se muestra como un bailaor fino y con hechuras.

La misma historia se repite en la farruca que interpreta el propio Maldonado, acompañado solamente por el violonchelo de Martín Meléndez, y en la vidalita que se marca Karen Lugo, otro ejercicio desenfadado, en el que con abanico en mano, enseña su mejor versión escoltada por la sugerente garganta de El Londro. El jerezano comparte protagonismo con Mónica Navarro, otra voz especialmente llamativa y de timbre sensible.

En este bosque coreográfico no podemos olvidarnos del siempre varonil Christian Lozano (poderoso en el zapateado), una garantía para cualquier obra, el excelente garrotín que ofrecen, apoyándose en la escuela bolera, CarmenCoy y Daniel Ramos, y la coreografía grupal con la que se cierra el espectáculo, en la que la riqueza musical convive acertadamente con cada movimiento.

En medio de todo, el maestro Kojima, que a sus 80 años sigue sintiendo y viviendo el baile como si de un principiante se tratara. Su participación es contínua en el espectáculo, a veces de una manera teatral, otras mediante su voz en off, y finalmente, a través del baile, concretamente por tarantos.

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