Vino de Jerez

El Sherry Cask no para de crecer pese al déficit de vino, agravado por la sequía

Vendimia en un viñedo de Jerez con la ciudad al fondo.

Vendimia en un viñedo de Jerez con la ciudad al fondo. / Manuel Aranda

La sequía no ha hecho más que agravar el déficit de materia primera que arrastra el Marco para atender las necesidades de reposición del vino y el vinagre de Jerez, los vinos blancos no amparados de la Tierra de Cádiz y el Sherry Cask, lo que no ha impedido, sin embargo, que el negocio del envinado prosiga con su crecimiento imparable.

Según los datos facilitados por el Consejo Regulador en el pleno del vino celebrado esta semana, en estos momentos hay cerca de 200.000 botas de distintos formatos en proceso de envinado bajo control del sistema de certificación, que equivaldrían a 147.000 botas de 500 litros (73,5 millones de litros).

Para el envinado de la mayoría de estos Sherry Cask, en concreto algo más de 103.000 botas -hay que insistir en lo de que tienen distintas capacidades–, se emplea vino calificado, mientras que para las 44.000 restantes se hace con vino no calificado, es decir, el que excede del rendimiento límite del viñedo establecido en la Denominación de Origen jerezana.

El negocio del envinado mantiene su tendencia al alza, aunque no tanto como el de las tarjetas que emite el Consejo Regulador para certificar la autenticidad de las Sherry Cask, que se ha disparado un 20% -a fuerza de ser pesado, que duda cabe que en esto también influye el número de medias botas en proceso de envinado–, hasta alcanzar las 107.000.

Bajos rendimientos y subida de precios

La caída de las ventas de vino compensa en parte la subida del Sherry Cask, pero es insuficiente para corregir el desequilibrio entre la oferta y la demanda de la materia prima, el déficit de uva y mosto que, según los cálculos del Consejo Regulador, asciende en la última campaña a 2.500 botas –1.250.000 litros–.

El déficit, en el que también influyen las bajas producciones debido a la falta de rentabilidad de años anteriores, que ha retraído las inversiones de los viticultores en el cuidado de la viña, salpica al precio de la materia prima, que se ha engordado por encima incluso de lo que muchos operadores -léase bodegas- consideran razonable.

Las cooperativas, por término medio, están pidiendo del orden de mil euros por la bota de mosto, cuando el precio de mercado, según las fuentes del sector bodeguero consultadas por este medio, estaría por debajo de los 900 euros, que es la traslación de lo que se ha pagado por la uva de la ultima vendimia, poco más de un euro el kilo, salvo en las operaciones cerradas por una bodega que rompió el mercado con su oferta de 1,20 euros/kilo.

El equivalente de la bota de mosto basándose en el precio mayoritario de la uva sería de 750 euros, a lo que habría que sumar la maquila, que a cien euros estaría muy bien pagada, con lo que el precio final debería rondar los 850 euros.

El reto del Plan del Viñedo

La cosecha está condicionada por el viñedo que había en producción la última vendimia, 6.500 hectáreas de las poco más de 7.000 inscritas, ya que hay que tener en cuenta la superficie que está en proceso de replantación, que asciende a unas 200 hectáreas.

El reto del sector es que, con la replantación y algo de ayuda de las lluvias, la producción vuelva a los 8.000 kilos por hectárea con los que se resolvería el déficit actual. En ello está el Plan del Viñedo, en recuperar la producción, también con un mayor cuidado de las viñas por parte de los viticultores, sobre todo ahora que el viñedo vuelve a ser atractivo por la subida de precios y la rentabilidad.

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