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Qué es la educación sexual

Qué es la educación sexual

Qué es la educación sexual

La sexualidad es un ámbito de nuestras vidas que suele vivir a la sombra. Día tras día, hablamos sin tapujos sobre muchos temas variados; sin embargo, a la hora de tocar la sexualidad, aparecen los tabúes y la autocensura.

Una sociedad sana necesita que sus individuos abarquen un espectro de conocimiento muy amplio, y eso incluye, por supuesto, la sexualidad. Por eso es importante que los jóvenes reciban una educación sexual de calidad: para que puedan vivir y desarrollar su sexualidad —y sus vidas— con total libertad y de una forma plena.

La educación sexual es una enseñanza de valores, es un aprendizaje integral que va mucho más allá de las relaciones sexuales y de las medidas que es necesario tomar para prevenir enfermedades de transmisión sexual. Y en su enseñanza tienen una gran relevancia los sexólogos; acude a especialistas como éstos si necesitas enseñar educación sexual, porque son ellos los que han tenido una formación adecuada que les va a permitir trabajar con los alumnos los 3 principios de la educación sexual, que son los siguientes:

  • Aprender a conocerse: en líneas generales, este principio pretende que los jóvenes sepan quiénes y cómo son. Y no solo cómo es el aparato reproductor masculino o el femenino, sino tener la capacidad para identificar sentimientos y emociones que surgen tanto en el ámbito privado como el social.
  • Aprender a aceptarse: una vez que los jóvenes han podido descifrarse y descubrirse a sí mismos, llega el momento de que entiendan que esa forma de ser es tan válida como cualquier otra, que sus vidas les pertenece solo a ellos y que la única verdad que existe es que deben sentirse a gusto y orgullosos de ellos mismos, de sus deseos, etc. Es importante que los chicos y chicas aprendan a potenciarse: cómo sacar brillo a sus mejores virtudes y cómo pulir los defectos y evitar que estos actúen como una pesada losa que no les permita vivir en plenitud.
  • Aprender a expresarse y a gestionar las emociones: la comunicación es esencial en el ámbito de la sexualidad. Poder reconocer las emociones y ser capaces de transmitirlas, empatizar con las demás personas. Es de esta forma como conseguimos convertirnos en mejores individuos.

En base a los tres principios en los que se basa a educación sexual se pueden tratar una serie de cuestiones que variarán su enfoque dependiendo de la edad de los alumnos.

Aparato reproductor masculino y femenino

En primer lugar, los jóvenes deben aprender a conocer cómo es su propio aparato reproductor. Es importante que conozcan cuáles son sus partes, qué función cumple cada una de ellas… Del mismo modo que deben conocer su aparato reproductor, también deben saber en el mismo grado cómo es el de las demás personas.

La orientación sexual

Atrás quedaron los tiempos en los que la heterosexualidad era la única orientación sexual válida, una concepción muy ligada a la reproducción humana, y en la que también tienen mucha influencia determinadas religiones. Por fortuna, la sociedad está evolucionando y esa visión retrógrada va desapareciendo, de modo que el conjunto de la ciudadanía entiende y acepta otras orientaciones.

Aunque se van consiguiendo logros, aún queda un largo camino por recorrer hasta alcanzar una aceptación total. Pero lo importante es que cada individuo se acepte y entienda que, sea cual sea su condición, esta es tan normal y válida como cualquier otra.

Las relaciones sexuales

Los genitales, además de cumplir una función reproductiva, son también una fuente de placer. Y hay pocas cosas tan gratificantes en la vida como sentir placer; luego, ¿por qué renunciar a algo tan maravilloso?

Sí que es necesario que los jóvenes aprendan que las relaciones sexuales —más allá de la masturbación— son un espacio de consenso en el que la empatía es fundamental para que todos los participantes se sientan cómodos y disfruten por igual.

La pornografía

La pornografía es un tipo de contenido de muy fácil acceso gracias a internet. Al ser algo tan cercano, resulta muy fácil que los niños y niñas puedan comenzar a consumir este tipo de contenidos desde una edad muy temprana.

El principal problema de la pornografía es que, si no hay una educación sexual que marque una serie de pautas y que inculque unas nociones mínimas, se corre el peligro de que sea la propia pornografía la que establezca de forma errónea lo que son o cómo deben ser las relaciones sexuales.

El peligro es mucho mayor si tenemos en cuenta que una gran parte de este contenido muestra unos roles de género que no tienen por qué ajustarse a la realidad: una sexualidad centrada en exceso en la genitalidad, mujeres sumisas, prácticas de sexo duro y muchas otras por el estilo. Y está bien que cada persona explore su sexualidad en la forma que quiera, pero es un grave error pensar que las relaciones sexuales se dan siempre así. Será así para quienes disfruten de ese tipo de relaciones, pero no para todo el mundo; esa no es la normalidad, ya que la normalidad, en materia sexual, no existe, solo el respeto mutuo.

Otras cuestiones como la planificación familiar, el sexo seguro y el uso de anticonceptivos, las enfermedades de transmisión sexual, los derechos sexuales, los derechos reproductivos o los estudios de género se abordan gracias a la educación sexual, así que, se hace indispensable que los jóvenes puedan conocer estos temas en profundidad y sin limitaciones.