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Animal Sara

  • La isleña emociona en un abarrotado patio de La Tonelería con su nuevo espectáculo, 'Sombras', en el que como ya prometió, Jerez tuvo parte de protagonismo en el fin de fiesta

Hay que ser muy fiera para no temer a las sombras, aunque sean muy negras. Muy valiente para mirarlas de frente y hacer de ellas unas aliadas. Nuestras sombras nos persiguen, son un reflejo de lo que hemos sido y lo que somos. Viven, en realidad, porque nosotros lo hacemos. Pero las sombras nos sobreviven más allá de los tiempos, más allá de nuestra existencia. Ellas serán las que hablen de nosotros, y mientras tanto, hay quien habla de ellas, las recuerda y hasta las homenajea, como hace la bailaora Sara Baras en su último espectáculo, 'Sombras'. Una arriesgada propuesta que presentó en Jerez el pasado martes, en el patio de La Tonelería de las bodegas González Byass, que se llenó para disfrutar de la artista y de todo su equipo. Un espacio espectacular, aunque con ciertos problemas de visibilidad desde el patio de butacas.

Sara Baras salió a bailar de entre seis sombras de su cuerpo de baile, que son las que abrieron el espectáculo. Comenzó entonces más de hora y media de una bien diseñada escenografía con los garabatos de Andrés Mérida, 13 coreografías cuyo hilo conductor fue la farruca, un baile que ha acompañado a la polifacética artista isleña durante estos 20 años de trayectoria, con el que ha cosechado innumerables éxitos y bajo cuya sombra ha vivido esa evolución constante que la ha llevado a ser lo que es hoy día.

Creado con motivo del vigésimo aniversario del Ballet Flamenco que lleva su nombre, 'Sombras' lleva la firma de Sara Baras, de lo que tiene acostumbrado a su público, con el virtuosismo de sus pies y la elegancia de la puesta en escena. Todo perfectamente medido: muy bien en luces, sonido (con pequeños fallos que se solucionaron) y un lucido vestuario ajustado a lo que demandaba el juego de luces y sombras. Tradicional y moderno. Un trabajo de memoria de dos décadas, sombras del pasado y las que vendrán. Trabajo de silencios, taconeo, escobillas, pañuelos, mantones, giros... El tic tac de un reloj, un tiempo que corría veloz o lento al ritmo que marcaba el pie de la artista, que se dejó el alma en la ciudad, en la que aseguró "sentirme como en casa, aunque nerviosa a la vez", reconoció.

La música, con ritmos flamencos y de cadencias de otras culturas, está creada por Keko Baldomero, director musical de la Compañía. Más que buenas y resueltas las voces de los cantaores, Rubio de Pruna e Israel Fernández; las guitarras de Keko Baldomero y Andrés Martínez; la percusión de Antonio Suárez y Manuel Muñoz 'Pájaro'; y el saxofón, armónica y flauta de Diego Villegas. Con las colaboraciones especiales del afamado Tim Ries -saxofonista de The Rolling Stones entre otras reconocidas bandas-, que forma parte del elenco del espectáculo y del mundialmente conocido violinista Ara Malikian, con una creación musical propia. Los textos de Santana de Yepes con voz en off de la propia Sara Baras pusieron el apunte literario

Espectaculares, muy emotivos y emocionantes los bailes, entre otros, que se marcó con José Serrano al ritmo de vals de Leonard Cohen, con muchísima complicidad; la 'Mariana' y las 'Sombras' del cuerpo de baile, la farruca y, por supuesto, el fin de fiesta por bulerías como se merecía la noche jerezana. Un punto y final al que se sumaron la hermana y la madre de la bailaora, Concha Baras, y en el que la isleña tuvo palabras de recuerdo para 'Moraíto', a quien lanzó un beso al cielo, de cariño a su padre, presente en el público; y de agradecimiento a Jerez, a la que dedicó un ¡viva!, antes de despedirse, sonriente, eso sí, junto a su sombra y un mantón.

Quique Dacosta. Quique Dacosta.

Quique Dacosta. / miguel ángel castaño

Quique Dacosta protagoniza la tercera cena

La tercera de 'Las Cenas de las Estrellas', celebrada el pasado martes, estuvo de la mano del prestigioso chef Quique Dacosta, un referente mundial de la alta gastronomía. Reconocido en todo el mundo por su expresión artística en la cocina, el extremeño se ha convertido en el chef que utiliza su cultura y su territorio como bandera, personificando la calidad, la excelencia, la innovación y la tradición.

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