Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Discusiones bajo velo de flor

INCLUSO para un habitante del Marco es difícil entender la polémica entre el fino y la manzanilla, reavivada estos días tras la petición de Europa de una modificación de los pliegos de condiciones por los que se rigen ambos productos y por la propuesta de unificación en la denominación de origen. Para empezar, porque ni los expertos se ponen de acuerdo en si existe diferencia, más allá de la zona de producción, entre estos dos vinos que proceden de la misma uva y que tienen la misma crianza biológica. Sucede algo parecido como con el palo cortado, un jerez rodeado de misterio, que depende del enólogo, bodeguero o almacenista al que se le pregunte, dirá que es un vino que surge "por accidente" (la verdad es que esto es muy romántico) o simplemente que se puede producir como cualquier otro (esto vende menos).

No se recuerda en los últimos tiempos un año en el que no surja alguna polémica en torno a los vinos de Marco, desde aquella de las histaminas (por la que entonces Estévez abandonó Fedejerez y esta semana ha vuelto a hacerlo por otras causas) al famoso 'bag in box' cuya solución aún continúa pendiente. Naturalmente, también hay excelentes noticias cada año, como el reconocimiento cada vez mayor que tienen los vinos generosos del Marco, que han ganado en valor frente al volumen, y los numerosos premios que obtienen por todo el mundo.

Por eso es precisamente por lo que duelen más las recurrentes polémicas a las que asistimos los ciudadanos que no somos expertos ni en Enología ni en Derecho.

El mundo de los vinos de Jerez tan es rico y complejo a la vez, con muchas variedades y características frente a denominaciones con productos más simples, que no extraña que quienes nos visitan se vuelvan locos al principio tratando de entenderlos. Si además les añadimos broncas y discusiones que tendrán un origen económico que las empresas y productores tratan de defender pero que al consumidor no le interesan, lo estamos poniendo aún más difícil.

Y no digamos si le añadimos el componente de la política, que también está presente en alguna de estas discusiones, sobre todo cuando se trata de defender el voto de los vecinos de la localidad productora por encima de lo que dicen las normas.

Pero si es triste todo eso, lo más preocupante -por encima de saber si un fino es una manzanilla o a la inversa- es que se divida y enfrente a municipios, en este caso Jerez y Sanlúcar. Quienes tenemos amigos en ambos lugares y en El Puerto, no podemos hacer distinciones entre ellos en función del vino que producen. Es lo que nos faltaba, que te miraran mal por pedir un vino u otro.

Y, por desgracia, como talibanes los hay en todas partes, hay quienes utilizan estas polémicas vinícolas para dividir y crear estereotipos. Eso es lo peor de todo esto, el enfrentamiento entre ciudades que histórica y geográficamente se dan la mano. La sociedad no se puede dividir entre bebedores de fino y de manzanilla.

Ojalá que en los meses que se han dado de plazo los actores implicados para llegar a un acuerdo se imponga la cordura y se acabe con una polémica que está ya costando demasiado tiempo y dinero.

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