Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

El nuevo ecologismo funciona con los mismos resortes de una religión, la promesa de una vida más feliz, en este caso en un entorno idílico y natural que te asegura volver a la esencia de algo perdido que- aunque nunca conocimos-, se nos antoja salvífico. Los apóstoles del ecologismo se sirven de este argumento para prometernos que nos arrancarán de este mundo urbanita, neoliberal y degradado, empeñado en autodestruirse, donde prima el stress, las prisas, la aglomeración y la desigualdad, y nos devolverán a una naturaleza limpia, blanca, sin avisarnos de lo hostil que ésta puede llegar a ser. El culto a lo rural pero sólo de fin de semana. El motor que alimenta esta nueva cultura ambientalista es el cambio climático, combustible de la preocupante degradación del planeta. Añadamos a la biblia del perfecto ecologista, la invasión del plástico. Aplaudimos con las orejas al diagnóstico de este ecologismo de bolsillo, pero no estamos dispuestos a renunciar a una sola de las comodidades del mundo moderno, a ninguno de sus dioses. Practicamos un nuevo culto a la Naturaleza en detrimento del culto al hombre y a Dios. El animalismo es la expresión más extrema de este fenómeno. Hemos humanizado a la bestia como si fueran personajes de Disney, tenemos más mascotas que niños y hemos anulado a la persona, a la que le negamos el nacimiento según no sé muy bien que categoría de derechos. El nuevo catálogo de derechos de esta sociedad digitalizada, desinformada y más infeliz, tienen en el ecofeminismo, el animalismo, el veganismo, el capitalismo de lo ecológico y el anticapitalismo militante, los evangelios de la nueva cultura marxista, que busca mejores ídolos una vez perdida la batalla de Clase. La vuelta a la Naturaleza no es posible sin la vuelta al Hombre, porque aquella sin éste, no es nada. Y este sin Dios, menos.

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