La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El cascabel del gato seudoperiodista

El seudoperiodismo es como el tiempo para San Agustín: si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicarlo, no lo sé

El PSOE retirará las credenciales de acceso a su sede y a los actos que organice a los seudoperiodistas que participaron en la retransmisión de los hechos ocurridos frente a la sede de Ferraz el 31 de diciembre. Y pedirá “amparo” a las asociaciones de la prensa y al Colegio Oficial de Periodistas “ante los continuos ataques e insultos” y el “discurso del odio” que se practica desde los “pseudomedios” vinculados a la extrema derecha para que se les retire la credencial que les permite el acceso al Congreso de los Diputados, al Senado y a los parlamentos autonómicos, invitando a que lo apoyen “los demás partidos políticos e instituciones que favorezcan la convivencia y no fomentan los discursos de odio”.

El universo de las redes ha facilitado la enorme difusión de algo tan antiguo como el libelo, el panfleto, la octavilla, el volante o el pasquín utilizados a lo largo de los siglos para atacar al enemigo, desde los libelos de sangre contra los judíos, nacidos en el siglo XII, a las “vietnamitas” antifranquistas pasando por los almanaques, pasquines y hojas volanderas que difundían las ideas revolucionarias en el siglo XVIII: “La Revolución Francesa o la Revolución americana no pueden entenderse sin los panfletos, las hojas, los periódicos”, escribe el profesor Alejandro Pizarroso en Prensa y propaganda bélica 1808-1814, citando a Metternich como ejemplo la conciencia del poder de estos medios: “Las gacetas valen para Napoleón tanto como un ejército de 300.000 hombres, que no controlaría mejor el interior ni asustaría más el exterior que media docena de libelistas y periodistas sin escrúpulos”.

Lo nuevo es la facilidad para difundir mensajes que ofrecen las redes. Y los problemas que su control plantea. ¿Cuáles son los “seudoperiodistas” y los “seudomedios”? Puede decirse de esto lo mismo que San Agustín dijo del tiempo: “Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”. ¿Quién lo decide? ¿No se abre el camino a la censura? A Putin y a Xi Jinping tampoco les gusta que las informaciones, veraces o no, circulen por las redes. ¿Puede una democracia poner límites a la libertad de prensa más allá de las limitaciones constitucionales, especialmente en lo que se refiere al derecho al honor, la intimidad, la propia imagen y la protección de la juventud y la infancia? ¿Quién le pone el cascabel al gato seudoperiodístico?

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