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Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Tengamos la feria en paz

Que una vez más la Feria del Caballo coincida con una campaña electoral se presta a todo tipo de especulaciones, se diga lo que se diga o se haga lo que se haga. Políticos en feria los hay siempre, pero cuando además existe la búsqueda activa del voto, entonces el estado de alerta de quienes acuden al Real del Parque González Hontoria se agudiza. Lo cierto es que mucha gente que acude a la feria para pasar unos días de descanso (mental, que del otro es difícil) y desconectar del día a día, lo tiene más complicado si cada dos por tres ve pasar a su lado una corte de repartidores de abanicos con eslóganes electorales, por muy simpáticos que sean. Este año, además, después de dos citas electorales anteriores muy cercanas en el tiempo. Con todo, los políticos, que por ello forman ya casi parte de la familia, no son lo peor de una feria. Desgraciadamente, en los últimos años venimos asistiendo a espectáculos lamentables en torno a esta fiesta, que se usa como excusa para dar rienda a bajos instintos y altas graduaciones de las peores sustancias. Agresiones, broncas, reyertas... no son afortunadamente la tónica de estos días pero sólo una de ellas se acaba convirtiendo en estos tiempos, por obra de las redes sociales, en una forma de empañar la imagen de una fiesta magnífica que gusta a tanta gente. Y de todo lo que preocupa a quienes tienen la responsabilidad de que tengamos una feria en paz, tal vez lo peor es la sensación de inseguridad de muchas mujeres. No sólo en días de feria, sino todo el año. El Ayuntamiento ha puesto en marcha este año de manera pionera en Andalucía un programa de acompañamiento de mujeres en horas de madrugada para que estén más seguras al regresar a sus domicilios desde la feria. Se da respuesta así a un problema evidente, aunque las críticas de todo tipo no han tardado en llegar, en gran parte porque estamos en campaña electoral y, lo que decíamos al principio, todo se cuestiona. En cualquier caso, si una medida así sirve para que muchas mujeres, y sus familias, acudan más tranquilas a la feria sin pensar en los riesgos del regreso, bienvenida sea.

Y ojalá un año haya que quitar ese servicio porque en nuestra sociedad dejan de ser habituales las agresiones sexuales a mujeres, casi siempre cuando están solas. Que taxistas y autobuses se hayan sumado a esta iniciativa, contribuyendo en sus respectivos trayectos a la seguridad de las mujeres, habla de la concienciación que existe en torno a este problema de hoy. No faltan, por supuesto, quienes demuestran poca sensibilidad pidiendo un servicio similar para hombres o mezclando el asunto con iniciativas legislativas hacia los asesinos. Esto es mucho más simple: pregunten a quienes tienen hijas si les hace gracia que regresen solas de noche a casa. Toda ayuda de familia, amigos o de la propia Administración es poca. O pregunten a la Policía, que se vuelca con la seguridad en la feria cada año. ¿Quién en su sano juicio puede estar en contra de cualquier servicio que ayude a que las mujeres no sean víctimas de agresiones?

Por eso, cuanto menos se politice la feria y lo que la rodea, mejor. Llevamos tiempo en continua tensión. Tengamos la feria en paz.

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