¿quién es capaz de oponerse al gesto del gobierno de acoger a los 629 tripulantes del Aquarius? Nadie con un poco de humanidad; desde luego ningún partido político con ánimo de seguir existiendo y tener votantes-clientes. El acierto-oportunismo del gobierno no está sólo en impedir que los "pasajeros" del Aquarius mueran en alta mar, sino en haber puesto en el centro de la agenda política la cuestión del migrante, que son personas como usted y como yo. El Papa Francisco no se cansa de predicar la obligación de acoger, promover e integrar al hermano migrante. No es cuestión fácil, ni tiene una sola solución; la visión, las perspectivas de esta realidad son múltiples, intrincadas, cada cual más problemática. Dependerá de las gafas que me ponga para mirarlas: la visión legal, política, social, humanitaria, cristiana (para el creyente). Ninguna en solitario nos dará una respuesta satisfactoria, reveladora de un camino por el que transitar; al contrario, nos proporciona más interrogantes: ¿Qué está usted/yo dispuesto a hacer por los migrantes? No son estos 629, son los cientos de miles que llegan en patera a nuestras playas, los que están varados en la valla de Ceuta y Melilla, los millones que están en camino buscando su futuro en el Occidente rico. ¿Estamos dispuestos a apretarnos el cinturón para acoger al hermano? En una sociedad exigente de sus derechos de bienestar que los quiere universales, gratuitos, de calidad, y a ser posible, sin esperas, las cuentas no salen a menos que hagamos un esfuerzo común, que ha de salir del corazón de cada uno, que exige de mí, de usted, una conversión personal. Pequeña cosa. Nos sobrecogió el pequeño Aylan, nos conmueve la desesperación de los migrantes arribando en Tarifa. Sólo un rato. Después seguimos con nuestra vida, como si nada, esperando que otro lo solucione.

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