Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Mañana se cumple el vigésimo aniversario de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York que ejemplifica como los fanatismos han existido siempre y se resisten a ser erradicados. Eso significa que como humanidad hemos ido retrocediendo. Que de nada sirven las mentes privilegiadas mientras el hombre se siga negando a sí mismo que parte de su ser se sostiene en una estructura emocional y espiritual que le permite ver más allá de los conflictos, tolerar, comprender que el mundo está formado por culturas diferentes que tienen la tarea titánica de encontrar puntos de encuentro que puedan evitar más tragedias como la que está viviendo Afganistán a manos del grupo Talibán.

Cuesta asimilar que ni los Estados Unidos, que fue el referente durante tantas décadas, ni la Unión Europea, hayan sido capaces de evitarlo, haciendo que el bloque occidental se desestabilice.

El ser humano se ha ido devorando a sí mismo sin que nadie le recuerde que posee una esencia y una trascendencia que le hace superior a las demás especies. El hombre, que es la figura máxima de la creación, es el promotor de su propia destrucción. Poco a poco se ha ido menguando nuestra grandeza, nuestra cultura y nuestras tradiciones, todo aquello que hay que preservar para transmitir a las siguientes generaciones.

Parece que todo contribuye a denigrar lo sublime y a ensalzar lo deleznable. Veo a mi alrededor tanta ceguera y tanta ignorancia que cuando observo a personas que no conozco, debo confesar que en ocasiones me asusto. Me parece que no sabría distinguir quienes son homo sapiens y quienes obedecen a algún mecanismo maquiavélico que les domina y les hace permanecer en un estado de enajenación irreversible mientras el mundo nos urge un riguroso análisis de la situación, un actuar irreprochable y una aceptación rigurosa de las consecuencias de nuestras decisiones.

Me duele ver que mis hijos, al igual que muchos jóvenes con valores, heredan un mundo descompuesto y manipulable al que muchos no sólo nos hemos opuesto, sino que no hemos contribuido en absoluto.

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