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Educación

YouTube como elemento docente

  • El canal Bio[ESO]sfera de Cristina Flores, profesora del IES Andrés Benítez, se ha convertido en un aliciente para el alumnado gracias a la metodología de la denominada clase invertida

Cristina Flores posa en una de las clases del IES Andrés Benítez.

Cristina Flores posa en una de las clases del IES Andrés Benítez. / Vanesa Lobo

Las últimas generaciones de docentes buscan, a través de las nuevas metodologías, conseguir una mejor educación para el alumnado, o lo que es lo mismo, captar su atención, todo un reto en una sociedad donde cada vez más individualizada.

Dentro de esta amalgama de nuevos modelos educativos, la mayoría con las tecnologías como principal sustento, encontramos el denominado Flipped Classroom, es decir, la clase invertida. Su enunciado expresa muy a las claras cuál es la principal intención del docente respecto a esta práctica, o sea, modificar los hábitos lectivos.

Una de esas mentes inquietas es la malagueña Cristina Flores. Interina desde hace tres años, esta joven profesora de Biología del IES Andrés Benítez ha conseguido cautivar a alumnos, padres e incluso a sus propios compañeros del centro con la aplicación de esta metodología, que en caso aplica mediante un canal de YouTube denominado ‘Bio[ESO]sfera’.

Con más de 4.000 suscriptores y casi 50 vídeos, Cristina comenzó a utilizar la clase invertida “hace ahora tres años, aunque realmente llevo dos trabajando con ella normalmente”, explica.

Su punto de partida fue el profesor José Antonio Lucero, que imparte clases en Rota y tiene uno de los canales de YouTube más seguido en éste ámbito, ‘La cuna del Halicarnaso’. Gracias a sus vídeos, Cristina comenzó esta particular aventura, que resultó un reto para sus alumnos. “Ahora mismo tengo clases en 2º de Bachillerato de la rama de Ciencias puras, pero también he trabajado con los de 3º de ESO en otro centro”.

Quizás el problema más difícil de superar cuando se apuesta por esta metodología llega al principio, “porque no es fácil cambiar la rutina habitual de clase de los alumnos, más que nada si son de ESO, los de Bachillerato, que ya tienen 17 años sí lo acaptan con rapidez”.

¿Y en dónde está ese gran cambio? “En una clase normal de 2º de Bachillerato, por ejemplo, la metodología normal sería, explicar en clase y mandar actividades para casa. Al día siguiente lo corregimos y así sucesivamente. ¿Cuál es el problema? El problema surge cuando el alumno llega a casa y tienen que ponerse a hacer las actividades. Es entonces cuando vienen las dudas. O no se acuerdan o no han entendido la lección”.

Con el flipped classroom, Cristina efectúa un orden inverso, es decir, el alumnado visiona en casa un vídeo y al día siguiente, ya en clase, se realizan todas las actividades y prácticas, “que antes me era más difícil hacer, porque apenas teníamos tiempo”.

El tiempo es precisamente otra de las ventajas, ya que “con una clase tradicional puedo tardar en dar un tema normal unas nueve o diez sesiones, entre que lo explico, hacemos actividades y práctica. Con la clase invertida esto se hace con uno o dos vídeos de 15 o 20 minutos, incluso menos, y en dos tardes en las que han tenido que trabajar en su casa, ya han aprendido el contenido. Todas las tareas y ejercicios los hacemos en clase”.

“Con todo eso, la tarea en casa se traduce en estudiar, porque eso es fundamental de cara a la Selectividad, y ver mis vídeos, que se los mando a través de la plataforma Edpuzzle, una aplicación con la que controlo todo lo que hacen, si lo ven o no lo ven. En clase esto me permite hacer juegos, actividades, concursos y sobre todo prácticas, de laboratorio, trabajos por grupos o individuales”.

De lo que no tiene duda es que una vez puesto en marcha, “el alumnado prefiere este método al anterior, incluso vienen a clase de otra manera. Justo ahora estoy en un tema complicado y sí que estoy dándoles la clase tradicional, y ellos mismos me dicen, ‘queremos volver a lo de antes’. De la forma clásica uno se duerme, otro se distrae... y así los tienes activos”.

Evidentemente, con clases de treinta alumnos, no todos siguen el ritmo. “A veces resulta que hay alumnos que no ven los vídeos. ¿Qué haces con ellos? Porque si no han visto el vídeo no sabe de lo que vamos a hablar en clase. Esas son barreras que hay que afrontar pero que en la clase tradicional también ocurre con el típico alumno que no te ha hecho las actividades. En este caso, les dejo mi tablet o los mando al aula de informática a ver el vídeo durante diez minutos. Prefiero que hagan eso a que pierdan el hilo de la clase”.

“Afortunadamente, en el Andrés Benítez no he tenido ese problema, pero estoy segura que en otros centros puede que sea distinto sobre todo por la brecha digital. Si a lo mejor los alumnos no tienen internet en clase, habrá que jugar con eso”, añade. Inquieta y consciente de que soportes como YouTube, Instagram o los propios móviles pueden ser una herramienta útil, Cristina Flores los ha conseguido utilizar como un alicente para el alumnado. “Los niños de ahora son consumidores de YouTube. Yo tengo 29 años y en mi época éramos consumidores de televisión, pero ellos no. De hecho, la mayoría no ve televisión, consumen YouTube. Entonces para ellos, que encuentren algo ahí que vaya más allá de los videojuegos o los youtubers, les resulta llamativo. Les acercas su realidad a la educación. Es como si yo en mi época tuviera un profesor saliendo en un programa de televisión”.

Cristina Flores, en una clase de su instituto. Cristina Flores, en una clase de su instituto.

Cristina Flores, en una clase de su instituto. / Vanesa Lobo

Lo mismo ocurre con Instagram, “que es lo que más utilizan dentro de las redes sociales”. Con Instagram, precisamente, ha logrado “captar la atención incluso de esos alumnos que nunca hacen una actividad. De vez en cuando les subo un reto, y es como si se motivaran. Si lo haces así, hasta ellos vienen al siguiente día motivados y superenaltecidos”.

No es el único recurso con el móvil, ya que a menudo “les insisto para busquen información con el móvil en clase, hacemos actividades con plataformas como kahoot, o con códigos QR”.

La parte sacrificada de este método está en el montaje de los vídeos, realizados de manera doméstica con su propio ordenador. “Evidentemente, esto implica mucho trabajo, aunque hay algunas asignaturas en las que, si quieres, no necesitas grabar tus propios vídeos, puedes irte a YouTube y hay muchísimo material de flipped classroom. En mi caso es que yo soy muy friki y muy inquieta”, explica entre risas.

“Invierto una tarde en buscar los vídeos que inserto, series y demás para captar su atención, y en montar el Powerpoint que le pongo de fondo al vídeo; otra tarde en grabar y otra en montar”.

De lo que está encantada es de la predisposición del IES Andrés Benítez. “Me he encontrado muy apoyada desde el principio y todo el mundo quiere aplicarlo. Ahora vamos a hacer incluso un pequeño curso con los compañeros”.

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