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El Rebusco

El jerez visto por el cine

  • Un estudio recopila más 600 referencias

  • Una publicidad impagable

El tío Pepe en el film indio Kaparush (1965)

El tío Pepe en el film indio Kaparush (1965)

El jerez es parte de la cultura occidental. La cultura se elabora mediante el arte y, para los espíritus refinados, lo lujoso se hace imprescindible. Por ese motivo, T.S. Eliot decía, y con razón estética, que “todo lo que una persona civilizada necesita es una copa, o dos, de jerez seco antes de la cena”.

El influjo de la vida en el arte (y a la inversa) es constante y, tan pronto como el jerez llega a las mesas de un país, empieza a asomar en las páginas de su literatura, su nombre comienza a sonar en los escenarios y, de allí, vuelve al común de las gentes, convirtiendo el mero gesto de ofrecer una copa de jerez en un rito doblemente sagrado.

No hay, por supuesto, arte independiente de los demás ni de la sociedad que lo sustenta, de manera que, cuando nace un nuevo medio de expresión artística, forzosamente ha de nutrirse del fondo universal de la cultura. Este es el caso, no podía ser de otra manera, del cine.

Sherry en Lo que el vento se llevó (1939) Sherry en Lo que el vento se llevó (1939)

Sherry en Lo que el vento se llevó (1939)

Ya lo expresó el especialista americano, Martín A. Jackson: "El cine es parte integrante del mundo moderno. Aquel que se niegue a reconocerle su lugar en la vida de la humanidad privará a la historia de una de las dimensiones y se arriesgará a malinterpretar por completo los sentimientos y los actos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo".

Según el profesor González Troyano: "El cultivo de las viñas, la crianza de sus productos y el rito de su consumo desbordan el marco de una simple industria y de un comercio para convertirse en algo cargado de muchas más connotaciones culturales".

Además de mostrar todo este potencial del vino del Marco en el cine, otro de los objetivos de este estudio es desmontar la leyenda que circula por la ciudad, y en ciertos entornos del jerez, que afirma que las menciones al jerez en las películas extranjeras son debidas a la manipulación de los diálogos en el estudio de doblaje.Hecho que se refuta de forma evidente, ya que en las versiones originales podemos oír las referencias al "sherry", y, por lo tanto, el doblaje al español está perfectamente relacionado. Una audaz idea que nunca se llevó a cabo, considerando además que hay películas con una base literaria en la que el sherry ya está reflejado por el autor en la trama.

Dentro y fuera de la pantalla

El biógrafo del Gary Cooper, Larry Swindell, nos cuenta en su libro, Él último héroe (1981), que el actor se había transformado en un personaje bastante frívolo y mundano. Fumaba cigarrillos con filtro de la marca Parliament y había cogido la costumbre de de tomar una copa de jerez seco antes de las comidas.Hay que pensar que al igual que elegía una buena marca de tabaco, bebería un sherry original, y ello a pesar de vivir en California.

Una historia similar sabemos de Marilyn Monroe y Marlene Dietrich, aficionadas al jerez en sus vidas privadas.

De Orson Welles ya hemos comentado su magnífica interpretación del gran bebedor de jerez que fue Falstaff, personaje shakesperiano que llevó al cine en Campanadas a medianoche (1965).

Las bodegas Domecq contó con él para anunciar en Estados Unidos sus vinos Double Century, corría el año 1973. Además, sus ensaladas las preparaba con el mejor vinagre del mundo, el que sus amigos jerezanos le enviaban.

Uno de los capítulos de serie de televisión que Welles hizo para la RAI en 1963 lo dedicó a las bodegas de Jerez.

La anécdota surge cuando tratamos de la película más famosa de todos los tiempos, Lo que el viento se llevó (1939). No se sabe a ciencia cierta el motivo por el cual se eliminó del doblaje la mención al jerez, cuando Rhett Buttler (Clark Gable) ofrece una copa de ese vino a la sirvienta para celebrar el nacimiento de su hija: "Have a drink of sherry".

Otra forma de indagar en cómo se ha representado el jerez en el cine es estudiar las profesiones de los que lo beben. Así el elegante y mundanal agente 007, interpretado por Sean Connery en Diamantes para la eternidad (1971), muestra a su jefe sus conocimientos del sherry.

El jerez en La tela de araña (1955). El jerez en La tela de araña (1955).

El jerez en La tela de araña (1955).

En la prestigiosa clínica psiquiátrica de Tela de araña (1955), la doctora Meg Rinehart (Lauren Bacall), acepta la copa de jerez que le ofrece la administradora del centro, interpretada por Lilian Gish.

Un vino, el jerez, al que los artistas le tienen gran aprecio. Es el que bebe el pintor inglés Turner en el film Mr. Turner (2014). Uno de esos momentos es en casa de la familia Ruskin. No olvidemos que Johm James Ruskin se hizo rico vendiendo los vinos de Domecq en Inglaterra.

Las bodegas de Jerez como escenario

Varias han sido las películas que han tenido a la ciudad, y sus bodegas, como escenario natural. La polémica vino con La bodega (1929), de Benito Perojo, con Conchita Piquer.

Manolo Morán y José Isbert en las bodegas Domecq, Congreso en Sevilla (1955). Manolo Morán y José Isbert en las bodegas Domecq, Congreso en Sevilla (1955).

Manolo Morán y José Isbert en las bodegas Domecq, Congreso en Sevilla (1955).

No sería hasta 1953 que el jerez tuviera un papel destacado, y a todo color, en El duende de Jerez (1953), de Daniel Mangrané.

La comedia, Congreso en Sevilla (1955), dirigida por Antonio Román nos muestra a Manolo Morán y a Pepe Isbert venenciando entre las botas de las bodegas Domecq.

El bodeguero Marcos Eguizabal, una vez que adquiere algunas bodegas del antiguo imperio Rumasa, se estrena como productor cinematográfico con Oro fino (1987). Una película con pretensiones imitando el estilo de Falcon Crest.

Un título maldito del cine español que tuvo poca vida comercial, y que sus copias se guardan ocultas en alguna bodega de La Rioja.

Marcas y tipos

El jerez más cinematográfico es el fino Tío Pepe, de las bodegas jerezanas González Byass, tanto en producciones nacionales como internacionales. Los títulos son variados, y su acto de presencia se plasma tanto en imagen como en los diálogos. Hemos contabilizado más de casi una veintena de referencias.

Una de las más palpables ha sido el de El verano que vivimos, rodada, además, en bodegas y viñas de la empresa el pasado año.

El director de origen americano afincado en Inglaterra, Joseph Losey, nos muestra la botella, con su etiqueta distintiva, en Accident (1967). En la habitación de un College de Oxford Dirk Bogarde y Michael York, tutor y alumno, la comparten acompañándola de un aperitivo.

En Aventura en la Antártida (1970), no le faltará al científico Forbush (John Hurt), un buen suministro de este vino jerezano.

El Harvey´s Bristol Cream ayuda en las relaciones de pareja en Carry... on matron (1972). El Harvey´s Bristol Cream ayuda en las relaciones de pareja en Carry... on matron (1972).

El Harvey´s Bristol Cream ayuda en las relaciones de pareja en Carry... on matron (1972).

Las marcas con más proyección exterior serán las más recurrentes; Harvey´s Bristol Cream acompañará a una pareja en su cita amorosa en Carry on...matron (1972).

Lo mismo ocurre con los de Sandeman. En Sé fiel a ti mismo (1942), será el que se ofrezca a la pareja en un pub de la campiña inglesa.

En la misma tónica de amorosas parejas es la presencia del Dry Sack en The Rake´s Progress (1945), con Rex Harrison y Lili Palmer.

Por su parte, los productos de Domecq, ya sea La Ina, Jandilla, Río Viejo, Macharnudo, o el brandy Fundador, tendrán el monopolio en el ámbito nacional.

Respecto a los tipos, los finos y manzanillas serán los más solicitados en el cine español. Un caso llamativo es la escena de Luis Sandrini en el film Olé, torero (1948), cuando solicita al camarero de forma imperiosa una botella de manzanilla La Guita. Y Julio Peña muestra orgulloso una botella de fino Caribe, de bodegas Sancho, en Cero en conducta (1945).

Los vinos de Garvey (San Patricio), Osborne (fino Quinta), Pedro Rodríguez (manzanilla La pastora), Terry (fino Maruja), Mérito, Valdespino, Lustau, o Real Tesoro son ejemplos representativos vinos del Marco en esta relación cinematográfica, sin olvidarnos de los brandies: Fundador, Centenario, Veterano, o 103.

En otras producciones

En este apartado podemos clasificar una serie películas cuyos países no sobresalen por un gran consumo de los vinos de jerez, pero que de una forma u otra han tenido alguna forma de relación comercial con bodegas del Marco. Unos mercados que no han destacado en su afición al jerez como tampoco en su producción cinematográfica con proyección internacional, o al menos no son habituales en nuestras salas cinematográficas.

Sin embargo, el jerez ha dejado su huella en sus costumbres y tradiciones, ya sea en lugares de América Latina, como México, Argentina o Chile; en algunos miembros de la Commonwealth británica, como Canadá, Nueva Zelanda, Australia o India; o bien la Europa del Norte, como Holanda, Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia.

Sin olvidar otros más exóticos, ya sea la antigua URSS o Japón. Lo anecdótico de estas referencias no les resta valor, todo lo contrario.

Una de estas es la película india, de 1965, titulada Kaparush/The Coward, y dirigida por uno de los más sobresalientes directores de aquel país asiático, Satyajit Ray.

A la elegante casa de un rico plantador de té llega un escritor, que es invitado a alojarse, como aperitivo a la cena se le ofrece un jerez, concretamente un Tío Pepe, que el elegante sirviente trae a salón donde ambos se reúnen con la mujer del propietario.

Otro de los grandes realizadores, el sueco Ingmar Bergman, muestra su interés por el jerez al presentarlo en cuatro de sus películas, entre ellas Fresas Salvajes, de 1957. El anciano profesor bebe una copa de jerez Dry Sack como aperitivo a su almuerzo.

Incluso el mismo Tintín y el capitán Haddock no se privan de tomar unas manzanillas en la aventura que le trae a España en Tintín y el misterio de las naranjas azules (1964). El aristócrata español que les invita en su palacio les ofrece este vino de las bodegas Mérito.

Los grandes de la literatura rusa del XIX no dudan en incluir al jerez en sus historias, entre ellos Antón Chejov en su relato Platonov. La adaptación del cuento a la pantalla la hizo Nkita Mihalkov en 1977.

El jerez resulta un buen remedio para el desmayo que sufre Aleksandra Platonov en Pieza incompleta para piano mecánico.

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