Muere a los 85 años de edad el torero Rafael de Paula
Pese al ofrecimiento del Ayuntamiento y la plaza de toros para colocar la capilla ardiente, la familia ha declinado la posibilidad y sus restos mortales serán velados en el tanatorio Mémora, situado frente al cementerio de Jerez
El funeral está previsto el martes a las 12 del mediodía en la Iglesia de Santiago
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El torero jerezano Rafael de Paula ha muerto este domingo 2 de noviembre a los 85 años de edad. El diestro fallecía en su domicilio de muerte natural, según ha podido saber este diario, y acompañado de algunos familiares.
El estado de salud de Rafael de Paula se había deteriorado notablemente en los últimos años, y sus problemas de movilidad, una dolencia que arrastraba desde hace décadas, se habían sumado ahora algunos de índole cardiorespiratoria.
A pesar de que el Ayuntamiento de Jerez, a través de la alcaldesa María José García-Pelayo, había puesto a disposición de la familia el Cabildo para colocar la capilla ardiente, y desde la Plaza de Toros de Jerez habían ofrecido la posibilidad de usar ésta, finalmente los familiares han declinado ambas, por lo que los restos mortales del torero serán trasladados en las próximas horas al Tanatorio Mémora, situado frente al Cementerio Nuestra Señora de la Merced de Jerez.
El funeral por su eterno descanso tendrá lugar el martes a las 12 de la mañana en la Iglesia de Santiago, toda vez que Rafael, nacido en el barrio, sentía especial predilección las imágenes de Jesús del Prendimiento y María Santísima del Desamparo. Asimismo, el Ayuntamiento ha decretado dos días de luto oficial por su fallecimiento.
Rafael Soto Moreno había nacido en la calle Cantarería del flamenquísimo barrio de Santiago un 11 de febrero de 1940. Su padre, como otros muchos gitanos de Jerez, tenía especial dotes con los caballos, y trabajaba de cochero en la ciudad, pero en 1947, cuando Paula tenía apenas 7 años, se marchó a trabajar en la Yeguada Militar de Córdoba, en concreto en una finca de los Marqueses de Viana, que se encontraba entre Hornachuelos y Posadas.
Allí permaneció hasta los 14 años, siendo un niño feliz y muy apegado a su madre, con la que tenía especial relación, aunque eso sí, alejado en todo momento del mundo del toro.
Su afición por la tauromaquia llega con la adolescencia, y su primera vez se enfunda el traje de luces sucede con 17 años, un 9 de mayo de 1957, en la Plaza de toros de Ronda. Tan sólo un año después, el 2 de mayo de 1958, Rafael de Paula se estrena con picadores en la Plaza de Toros de Jerez.
Su alternativa, no obstante, llegará tres años más tarde, en 1960 cuando en la plaza de toros de Ronda se convierte en matador de toros apadrinado por Julio Aparicio y Antonio Ordóñez, lidiando toros de Atanasio Fernández. Cortó una oreja a cada uno de su lote.
Comenzará así una carrera profesional llena de altibajos pero en la que los picos de arte y grandeza se alternarán con importantes fracasos que le convertirán en un auténtico ídolo de masas y en un torero irrepetible, para lo bueno y para lo malo. Admirador vehemente de Juan Belmonte, nunca ocultó que fue él "quien trajo el temple al toreo", calificándose en más de una ocasión de "mi Dios profesional".
El diestro jerezano compareció por primera vez en Sevilla en 1966, y confirmó la alternativa en Madrid un 28 de mayo de 1974, en una tarde en la que compartió cartel con el sanluqueño José Luis Galloso, que ejerció de padrino, y de Julio Robles, que hizo las veces de testigo. Los toros fueron de José Luis Osborne.
Aquella vez todavía muchos recuerdan los cinco lances a la verónica que regaló al público que llenaba la plaza, una auténtica reliquia que le sirvió para regresar a la capital de España en octubre de aquel mismo año, concretamente a la plaza de Carabanchel para torear en la despedida de Antonio Bienvenida junto a Curro Romero.
Sus grandes tardes han quedado para la historia y sus seguidores siguen rindiéndole pleitesía, porque el toreo de salón de Rafael de Paula es difícilmente comparable al resto de mortales. Entre sus grandes faenas destacan dos que sucedieron en Jerez. La primera, protagonizada el 28 de junio de 1964, cuando se encierra con seis toros de la ganadería de Salvador Guardiola a los que cortó siete orejas en total. Dos orejas en el segundo y una a cada uno de los toros restantes. Aquel día Paula, que apenas tenía 24 años, fue sacado a hombros por sus seguidores, llevándolo así hasta la basílica de la Virgen de la Merced.
Su otra gran tarde en Jerez también quedará para la historia. Sucedió el 17 de mayo de 1979, en una corrida en la que compartió cartel con Curro Romero y Emilio Muñoz, y en la que cortó dos orejas y rabo al toro 'Sedoso' del Marqués de Domecq. Tal fue el calado de aquella faena que los aficionados jerezanos descubrieron posteriormente una placa en la misma plaza jerezana en la que se puede leer 'Rafael de Paula, rey del toreo'.
Su carrera como matador de toros continuará en los años posteriores, alternando excelsas faenas con tardes de decepción. Curiosamente estas situaciones harán que los contratos, como ocurrirá durante mediados de los años ochenta, no sean los esperados. Como ejemplo, encontramos el año 1986 cuando solamente se vestirá de luces en nueve ocasiones, o el año 1988, cuando unicamente torerará en una sola ocasión.
En este recorrido destacará un compañero de viaje, el sevillano Curro Romero, otro torero de arte con el que compartirá infinidad de tardes, y con el que guardó siempre especial apego.
Rafael de Paula, torero gitano, pasará a la historia por su extrema sensibilidad delante del toro, manejando como nadie la muleta con la mano derecha y rozando la perfección con el capote.
Su retirada de los ruedos se produjo en Jerez en otra tarde que no dejó a nadie indiferente. Fue un 18 de mayo de 2000. El diestro de Santiago después de poner la plaza patas arriba con una de sus faenas, fue incapaz de matar, una de sus grandes asignaturas durante su carrera. Tres intentos de pinchar en su primero de la tarde y tres avisos, y un intento de pinchar en el quinto, con otros tres avisos, provocaron una situación esperpéntica en la que Paula, llorando y desmoralizado, se quitó la coleta, arrojándola al albero.
Dos años después, recibió en el Convento de San Francisco de Cádiz la Medalla de Oro a las Bellas Artes por parte del Rey Juan Carlos I. Su última etapa vinculada al mundo del toro fue circunstancial, apoderando a Morante de la Puebla. El torero sevillano, ferviente admirador del jerezano, lo anuncia tras el homenaje que Rafael de Paula recibe en Madrid el 1 de abril 2006, y un festival mano a mano entre el propio Morante de la Puebla y José Miguel Arroyo 'Joselito'.
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