Antes de que lo vivido este año por carnavales sea un recuerdo solapado en algún rincón de mi memoria, permitidme que mi piel salde una deuda con vosotros.

Como muchos sabréis, este febrero se ha tiznado de fiesta en mi corazón al ver cumplido uno de mis sueños literarios: ser letrista de una comparsa de carnaval.

Un guiño que la vida le puso en bandeja a este juntaletras que cada vez que deambula por las calles de la Tacita de Plata lo hace canturreando un estribillo, la cuarteta de un popurrí o el inicio de cualquier presentación.

Amo el carnaval por encima de muchas cosas, ya que me sirve como válvula de escape y continuo aprendizaje, y sólo de pensar que durante unos minutos mi nombre y mis letras han estado en los oídos de muchos aficionados, me hace sonrojar de felicidad.

Gracias a todos aquellos que aquel jueves de febrero me desearon suerte y quisieron acompasar mis miedos tras unas bambalinas que saben a gloria y a nervios..

Gracias a todos aquellos que han cantado mis letras, que han hecho suya cada palabra, cada punto y coma, cada rugido de un repertorio escrito con humildad y entusiasmo..

Y gracias Teatro Falla...

Fui tuyo durante segundos eternos; peregriné hasta ti con la mirada descalza y aún siento en mis mejillas el ardor de aquellas lágrimas que me hicieron ver que el sueño se estaba haciendo realidad.

Sin que nadie se diese cuenta, nos dijimos tantas cosas aquella noche que la boca se agrietó al pronunciar decenas de suspiros.

Desde aquí te pido perdón por si no estuve a la altura de lo que tú te mereces y tú representas.

No sé si volveré a ser preso de tu aroma, de tu fragancia, de tus silencios,… pero necesitaba darte las gracias a mi manera.

Gran Teatro Falla… no te olvides de mí.

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