"Tengo alma de pirata"

Luis Mollá Ayuso. Capitán de navío de la Armada e 'investigador' del mar

El piloto naval y contador de historias marineras presenta su nuevo libro, 'En el nombre del mar'; aquí, una charla de misterios salados

"Tengo alma de pirata"
"Tengo alma de pirata"
Arantxa Cala

Jerez, 24 de febrero 2014 - 01:00

Nació en Tarifa, así que ya olió el mar siendo un niño. Capitán de navío de la Armada, piloto naval, especialista en Comunicaciones y diplomado de Estado Mayor, es además un experto investigador de historias que emergen del mar, especialmente de naufragios, y de llevarlas al papel. Actualmente en la reserva y afincado en Jerez con su familia, ha publicado ocho libros, el último, En el nombre del mar (Laertes). Un compendio de siete relatos marineros a caballo entre los real y lo fantástico. Ha obtenido premios como el 'Nostromo' de narrativa marítima, el 'Almirante Oquendo' de la Revista General de Marina y 'Virgen del Carmen' de novela, entre otros. Es colaborador habitual de distintas publicaciones y foros de ámbito naval. Sus obras pueden seguirse en su página: www.el-sextante-del-comandante.es. Aquí, una charla con sabor a sal.

-¿Por qué eligió el mar como parte de su vida?

-Creo que hay cierta inercia familiar. Mi padre era oficial de Marina y curiosamente era hijo de una larga estirpe de oficiales del Ejército de Tierra. Pero él, cuando vivía en Ceuta, visitó un barco, le gustó y se quedó en la Armada. Nosotros somos 12 hermanos, 11 varones, y yo soy el único que ha seguido la saga. Y la influencia en mí de mi padre no viene porque fuera marino, sino porque era un gran contador de historias y hablaba mucho del mar.

-¿Sólo le contaba esas historias a usted?

-Ya hace mucho tiempo de eso, pero o yo tenía más paciencia o me gustaban más estas historias..., pero sentía cierta empatía porque recuerdo que cuando vivíamos en Cartagena yo salía corriendo y atravesaba toda la ciudad para recogerlo del trabajo y escuchar mis historias, y esto no lo hacían mis hermanos. Él murió joven, con 58 años, así que me quedé con el dolor de que no me viera como oficial de la Armada.

-Su madre ya tendría bastantes historias con 12 hijos...

-Sí (risas). Era una época sin lavadoras, con cocinas de carbón..., y en mi casa no había tatas. No había muchos recursos y ayudábamos todos. Bueno, una de mis novelas, Perdidos en la memoria, que es la historia del Castillo de Olite, que se cumple ahora el 75 aniversario de su hundimiento, mi padre desde el balcón de nuestra casa de Cartagena nos contaba que allí se había hundido un barco... Y me fascinaba y me preguntaba que ¿cómo podía haber un barco ahí con 1.500 personas dentro de las bodegas y estar aquí todos tan campantes? Así que siempre crecí fascinado por el mar, por los naufragios y por las historias.

-¿El mar le ha dado más buenas noticias que malas?

-Sí, muchas más buenas. El mar me ha dado mucho, pero también me ha quitado porque cuando me fui una vez a navegar cuando mi hija tenía 10 días, y volví cuando tenía 10 meses. El mar es muy vocacional, pero al principio me encontré con la sorpresa de que me mareaba en los barcos y que cuando llegué a la Escuela Naval mataron a un hermano mío que era teniente de la Legión en la Marcha Verde, y se me vino el mundo a los pies. Cuando ya me estaba recuperando, fallece mi padre. Se me hizo todo cuestarriba y también seguir el régimen militar, porque yo era un poco más liberal que eso. Pero cuando terminé la carrera y empecé a deambular por los barcos y me hice piloto, encontré mi vocación. Pero podría no haber ocurrido y haber sido un desgraciado. Esto sería como casarse con una mujer a la que no quieres.

-¿Y a qué se hubiera dedicado?

-Pues entonces me atraía la medicina, ahora el periodismo de investigación, y he hecho algunas cosas con Óscar Lobato. Pero con el paso de los años he descubierto mi vocación de contador de historias.

-De hecho, ya está a la venta su octava novela, En el nombre del mar (Laertes), con historias del mar. ¿De dónde surgen?

-Son historias que parten de una base real, que se sabe cómo empezaron pero no cómo acabaron, eso sólo lo sabe el mar. Así que me entra esa curiosidad de levantar la alfombra que es el mar y ver qué pasó. Y la única manera de hacerlo es partir de lo real para luego fabular.

-Usted le pone el final a estas historias.

-Para poner un ejemplo, al primer relato de este libro, 'La soledad del mando', no le pongo el final. Sé que ese barco está hundido y sabemos más o menos dónde está. Lo que sí que hago es ponerme en la piel del comandante para contarlo. Mi condición de marino y de haber mandado barcos, me da la opción de pensar por qué tomó esas decisiones que a la postre terminaron con el barco.

-Y hay mucha investigación.

-Sí, el capítulo de 'El reina regente', del 'Valbanera' o del 'Titanic', del que soy un friki, están muy investigados. Y de todos estos temas doy también conferencias, así que los debo de tener muy preparados. Son datos sacados básicamente de Internet, porque en la Armada, cuando son casos de barcos militares, tenemos el problema de que el archivo de esta zona del Sur se quemó en 1976, pero algunos datos los he encontrado en el archivo del Viso del Marqués, un castillo renacentista de Ciudad Real y que pertenece a la Armada desde hace siglos. Allí encontré un documento, un anónimo de 1895 que recibe el capitán general una vez hundido el barco 'Reina Regente' de una persona que aseguraba que había buceado el barco, que el comandante estaba amarrado a la rueda del timón, que la gente estaba en sus camarotes... Nunca se supo si era verdadera o falso. Por eso hay que investigar, mirar..., y si te gusta es increíble. También hay mucha documentación de barcos perdidos en los archivos de la duquesa de Medina Sidonia, porque los duques eran dueños de atunaras y pesquerías, así que tenían barcos de un lado a otro.

-¿Se siente más cerca del mar que nunca con sus novelas?

-Sí, porque en un barco de guerra saborear el mar es muy difícil. En ellos la vida es tan rápida. Ahora que estoy en la reserva, pues saboreo más el mar.

-¿Qué tesoros ha encontrado en él?

-Estas historias. Bueno, y los animales increíbles que he visto en el mar. Por ejemplo, y lo cuento en mi tercer libro, La Tumba de Tautira, presencié cómo las orcas atacaban a un cachalote sólo para comerse su lengua. Los restos fueron para los tiburones.

-¿En qué época le hubiera gustado vivir?

-Me apasiona el siglo XVIII, el de los exploradores, pero me gusta verlo desde mi butaca porque de cada cinco marineros que salían de España, volvía uno.

-¿Y qué tal pirata hubiera sido?

-Creo que tengo alma de pirata y conozco bastante bien sus historias y no son lo que se cuentan. No son sanguinarios porque sí, sólo tenían el mar como patria, unos principios que hoy chocan. Eran unos buscavidas, algo que hoy está proscrito.

-¿El mar es traicionero o hay marineros poco preparados?

-Creo que en un 80% hay marineros poco preparados. El mar es traicionero en un 20%. A mí me ha pasado en El Cano, con aguas calmadas, y en un día desatarse un temporal, el que dicen que fue el peor que ha cogido. Pero el mar te avisa. Y los barcos que se han perdido ha sido por comandantes con poco pericia, porque llevaban demasiado tiempo como capitanes y/o no conocían su barco o no conocían el mar.

-Algo parecido al del 'Reina Regente' y al capitán Smith del 'Titanic'.

-Bueno, este último tenía mucha experiencia, pero iba a ser su último viaje. Cuando impactó con el iceberg y vio que el barco se hundiría en pocas horas, entró en estado de shock y no dirigió como debía el abandono del buque. Le salvó el hecho de que se hundió con su barco, como un buen capitán. Pero le cayeron las responsabilidades a Murdoch, el primer oficial. De hecho, en la película de James Cameron hace que éste mate a gente con una pistola. Los herederos y todo el pueblo del que es originario Murdoch protestaron y Cameron tuvo que pedir disculpas. El auténtico héroe fue Murdoch.

-¿Ha pasado miedo en sus viajes?

-Claro, y hay una frase que dice que el que no sepa rezar, cuando vaya por esos mares de dios, verá cómo aprende. Te cuestionas si la técnica es superior a lo que hay ahí fuera.

-¿Qué misterio de todos los investigados le ha llamado más la atención?

-Quizás, el que más, el del 'San Telmo'. Hemos encontrado algunos restos. Un barco que zarpó de Cádiz en 1819 hacia Perú, que estaba en condiciones dudosas. Cuando se llega al Cabo de Hornos, a vela, es muy difícil de cruzar si los barcos no están preparados. Y allí se perdió. Iban 644 personas. Si encontramos prueba de que estuvieron allí, serían los descubridores póstumos de la Antártida. También me gustaría saber dónde está el 'Reina regente', del que sólo sobrevivió un perro. También saber qué pasó con el submarino americano nuclear 'Scorpion', hundido en el Atlántico en plena 'guerra fría' , y cuyo último puerto fue Rota.

-¿Qué proyectos tiene a la vista?

-Tengo un libro presentado en un concurso literario, también muy marinero, que cuenta la historia del 'Lusitania', uno de los trasatlánticos de principios del XX más importante. Una época de emigración a EEUU, un tiempo en el que rivalizaban White Star Line (Titanic), de ahí tanta prisa por llegar, por prestigio, y la Cunnard (Lusitania). A este barco le metieron material militar, por lo que era blanco de los submarinos alemanes. A bordo iba más de un millar de personas, entre ellas, unos 200 americanos. Fue hundido por los torpedos alemanes. Una de las causas de la entrada de EEUU en la guerra. Y otro proyecto muy emotivo que tengo a la vista es el 60º aniversario del hundimiento del 'Dragaminas Guadalete', por el que se hará un acto en Ceuta con los supervivientes.

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