Poderosísimos gestos que pellizcan el alma

Diario de las artes

JOSÉ LUIS VALVERDE / Pescadería Vieja / JEREZ

El joven y reconocido pintor malagueño presenta en la principal sala municipal su obra dotada de una acusada personalidad artística y un poderoso lenguaje plástico

Una de las obras de la exposición de José Luis Valverde en Pescadería Vieja.
Una de las obras de la exposición de José Luis Valverde en Pescadería Vieja.

LA pintura, quizás en mayor número y con mayor contundencia que en otras modalidades artísticas, es un arcón donde se guardan infinitas manifestaciones de toda índole, infinitos postulados artísticos, infinitos planteamientos formales, infinitas circunstancias representativas, infinitos desarrollos y desenlaces plásticos, infinitos acercamientos a los abisales horizontes de la mente o infinitos gestos que deslumbran por la ilustración veraz de lo real. La pintura es, en definitiva, un estamento artístico de variada naturaleza que predispone para expresar, sin medidas restrictivas, indefinidas realidades mediatas o inmediatas. Es la pintura contemporánea en sus máximas estructuras compositivas, plásticas, estéticas, conceptuales y expresivas. Estamos acostumbrados a contemplar proyectos expositivos de la más variada naturaleza; proyectos que asumen los múltiples ejercicios de abierta consideración por donde circula una actividad de horizontes esplendorosos y diáfanas perspectivas, dejando muy en entredicho las argumentaciones agoreras de los que pontificaban su muerte segura e inmediata.

La exposición que se presenta en la Sala Pescadería y que pone el punto y seguido en la programación de la principal sala municipal –poco después de que ésta se clausure, verá la luz una nueva con la pintura de Antonio Montalvo, el gran pintor granadino, un artista muy reconocido y valorado en el contexto general del arte español– nos sitúa en los apasionantes circuitos pictóricos de José Luis Valverde, un joven pintor malagueño, en posesión de una acusada personalidad artística, con un poderoso lenguaje plástico que centra una realidad a contracorriente que patrocina argumentos simbólicos llenos de mediatas circunstancias.

José Luis Valverde es un pintor de profundas convicciones plásticas, estéticas y conceptuales. Por eso, su pintura oferta nuevas fórmulas y no responde a unas líneas conocidas ni a unos estamentos donde la imitación de los modelos acentúa un trasfondo parecido; es decir, no plantea un relato representativo al uso; su obra no transcribe una narración, más o menos, exacta de la realidad; su pasaje argumental se adentra por posiciones más mediatas, por horizontes en los que el sentido de lo real circula por espacios más profundos, casi abisales; allí donde se asientan los patrones indefinidos de una existencia que, pareciendo paralela, recrea nuevos parámetros; paisajes poblados de una naturaleza en apariencia inhóspita, de animalitos en procesos metamórficos, de ojos escrutadores con miradas perdidas, de cruces enigmáticas que brotan inquietantes como elementos impenitentes del paisaje.

Otra de las obras del joven pintor malagueño.
Otra de las obras del joven pintor malagueño.

En la obra de José Luis Valverde hay una recreación de un universo tenebroso, de espíritus fantasmales que dejen entrever episodios oscuros, de signos y símbolos elucubrantes y de enigmas expectantes; toda una serie de literatura negra, tenebrista y con tintes simbolistas y expresionistas que nos acerca a lo más oscuro del alma; allí donde habitan los recuerdos, donde pululan las vanitas, donde los retratos han perdido sus encarnaduras, donde los paisajes adquieren tintes cenicientos y los horizontes acumulan episodios de pocas perspectivas.

La exposición de la Sala Pescadería nos descubre una pintura llena de contundencia formal y conceptual; con un continente y un contenido que no dejan indiferentes; una pintura pasional, dura de planteamientos plásticos; fuertemente empastada; con pocos perfiles dibujados y muchas apasionadas estructuras pictóricas. Se trata de una pintura encuadrada en el más estricto sentido del expresionismo formal; pintura que busca traspasar la mirada, que pega gritos, que duele; en definitiva, que transporta a límites extremos. No es una pintura reposada; es una pintura pensada, pausada, que busca rescatar de los recovecos del alma, de los entresijos del recuerdo, de los mapas del destino una naturaleza a contracorriente, sin espacios que procuren la felicidad de lo fácil, que se vale de la fortaleza plástica con que compone para materializar una realidad tangente donde tienen cabida los argumentos que oscilan entre lo posible y lo imposible.

Pintura de Valverde expuesta en la sala jerezana.
Pintura de Valverde expuesta en la sala jerezana.

Como he escrito en otras ocasiones sobre la pintura de José Luis Valverde, ésta bebe en las fuentes de imaginarios crípticos, de literaturas que pesan y duelen, que tienen colores de agujero, que asumen lo sombrío de la vida para metamorfosearse en esquemas y registros llenos de expectación. Distopía asumible donde lo real se escribe con renglones de tinta dura y que pueden parecer poco lineales; sin embargo, su estamento conceptual está lleno de literatura, lleno de poesía poderosa, que duele y que pega pellizcos en el alma.

José Luis Valverde es uno de nuestros mejores jóvenes artistas, alguien en quien confiar y con razonamiento especialísimos para considerarlo un creador cierto y consciente, convencido absoluto de lo que hace y de cómo lo hace.

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